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Martes, 14 Diciembre, 2021 17:51
 
 

Si supiese qué es lo que estoy haciendo, no le llamaría investigación, ¿verdad?

Albert Einstein

Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres. / Heinrich Heine (1797-1856) Poeta alemán.

LIBRO RUBEN DARIO

 

"¡Libros! ¡Libros! He aquí una palabra mágica que equivale a decir 'amor, amor', y que debían los pueblos pedir como piden pan".

Federico García Lorca

“Algunos libros son probados, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos”.

Sir Francis Bacon

PERSONAJES

FLORA TRISTÁN

 

FLORA TRISTÁN

Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital

27 de junio del 2017

“Hay alguien todavía más oprimido que el obrero, y es la mujer del obrero”,

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FLORA TRISTÁN

UNA MUJER QUE SE LANZA A LA CONQUISTA DE LA CIUDAD 

Producción de Villa Crespo Digital

16 de julio del 2017

La novela, El Paraíso en la otra esquina de Mario Vargas Llosa, está escrita, dicen algunos críticos, desde la tradición decimonónica. Se basa sobre las vidas de Flora Tristán que vive entre 1803 y 1844 y su nieto, el hijo de Aline, entre 1848 y 1903; no conoció a su abuela el gran pintor Paul Gauguin.

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FLORA TRISTÁN

UNA MUJER QUE SE LANZA A LA CONQUISTA DE LA CIUDAD 

Producción de Villa Crespo Digital

16 de julio del 2017

La novela, El Paraíso en la otra esquina de Mario Vargas Llosa, está escrita, dicen algunos críticos, desde la tradición decimonónica. Se basa sobre las vidas de Flora Tristán que vive entre 1803 y 1844 y su nieto, el hijo de Aline, entre 1848 y 1903; no conoció a su abuela el gran pintor Paul Gauguin.

La novela está basada sobre un trabajo de indagación rigurosa de ambos personajes, menos conocida Flora, pero una gran mujer controvertida, pero que merece otro espacio por parte del periodismo y de las organizaciones de mujeres que pueden mirarla como un ejemplo por su tesón y porque no fue sencilla su vida para adentrarse en el mundo de los hombres; quiso hacer la revolución, se preocupó por los obreros y las mujeres… fue su objetivo… de vida, decidió la conquista de la ciudad… un juego de palabras, porque la ciudad pueden ser los ideales que persiguió y por los que luchó y murió…

 

IX AREQUIPA

Fragmentos

Hay ciudades que una detesta sin conocerlas, pensó Flora, apenas bajó del coupé que la trajo de Avignon con un cura y un comerciante como compañeros de viaje. Divisaba con disgusto las casas de Marsella. ¿Por qué odiabas esta ciudad que no habías visto aún, Florita? Después, se diría que la detestó porque era próspera; había demasiados ricos y gente acomodada en esta pequeña Babilonia de aventureros y emigrantes ávidos. El exceso de comercio y riquezas habían impuesto en sus habitantes un espíritu fenicio y un individualismo feroz que contagiaba incluso a los pobres y explotados, entre los que tampoco encontró la menor predisposición a la solidaridad, y sí, más bien, una indiferencia pétrea hacia las ideas de la unidad obrera y la fraternidad universal que fue a inculcarles ¡Maldita ciudad donde las gentes solo pensaban en el lucro! El dinero era el veneno de la sociedad; lo corrompía todo y volvía al ser humano una bestia codiciosa y rapaz.

Marsella, julio de 1844 – pág. 217.

 

XV La Batalla de Cangallo

Tenía sesenta pies de largo y cien de ancho, y estaba alimentado por un manantial que bajaba de las rocas. Era el único lavadero de la ciudad. En él escurrían y fregaban la ropa de los nimenses de trescientas a cuatrocientas mujeres que, dada la absurda conformación del lavadero, tenían que estar sumergidas en el agua hasta la cintura para poder jabonar y fregar la ropa en los batanes, los únicos del mundo que, en vez de estar inclinados acuclilladas en la orilla, lo estaban hacia el lado opuesto, de manera que las lavanderas solo podían utilizarlos sumergiéndose. ¿Qué mente estúpida o perversa dispuso así los batanes para que las desdichadas mujeres quedaran hinchadas y deformes como sapos, con erupciones y manchas en la piel? Lo grave no era solo que pasaran tantas horas en el agua; sino que esa agua, que utilizaban también los tintoreros de chales de la industria local, estaba cargada de jabón, de potasio, de sodio, de agua de Javel, de grasa, y de tinturas como índigo, azafrán y rubia. Varias veces conversó Flora con estas infelices que, por pasarse diez y doce horas en el agua, padecían de reumatismo, infecciones a la matriz y se quejaban de abortos y embarazos difíciles. El lavadero no paraba nunca. Muchas lavanderas preferían trabajar de noche, pues podían elegir mejores sitios, ya que a esa hora había pocos tintoreros. Pese a su dramática condición, y a explicarles que ella obraba para mejorar su suerte, no consiguió convencer a una sola lavandera que asistiera a las reuniones sobre la Unión Obrera. Las notó siempre recelosas, además de resignadas.

Páginas 316-317.

 

XIX La ciudad monstruo

Recorriendo la interminable avenida, oculta en sombras que interrumpían de tanto en tanto las danzantes lámparas rojizas de las casitas prostibularias, oyendo los asquerosos diálogos, las voces destempladas de los borrachos, tenías la impresión de una fantasmagoría macabra, de un aquelarre medieval. ¿No es esto lo que más se acercaba, en la tierra, al infierno? ¿Poder haber algo más demoníaco que el destino de esas niñas y niños ofrecidos por unos centavos, a la lujuria de esos asquerosos?

Podía haberlo, Florita. Peor que el territorio prostibulario de East End, de niñas y niños muchas veces secuestrados en el campo o en las aldeas y vendidos a los burdeles y casas de cita londinenses por pandillas especializadas en este negocio, eran los finishes de West End, el Londres céntrico, el de las diversiones elegantes. Allí, Florita, tocaste el colmo de la iniquidad. Los finishes eran las tabernas-burdeles, los bares-meretricios donde los ricos, los nobles, los privilegiados de esta sociedad de amos y de esclavos supuestamente libres, iban to finish sus noches de orgía.

Las damiselas de los finishes no eran las prostitutas hambrientas, muchas de ellas tuberculosas, de Waterloo Road.
Luego continúa la narrativa… azotes, látigos y otras formas aberrantes.

Las escenas son dantescas…
Las bebidas eran ginebra, sidra, cerveza, whisky, cognac, champagne, luego todo se mezclaba con vinagre, mostaza, pimienta, y otras porquerías. Todo esto causaba vómitos y descomposiciones aberrantes.
Todo por unas guineas…
Luego entraban los lacayos y se llevaban a eso de las 6 o 7 de la mañana a los poderosos beodos y que habían vaciado sus braguetas en aquellas mujeres… masturbación y cobardía…
De ahí a sus mansiones…

Nunca habías llorado tanto, Flora Tristán. Ni siquiera al saber que André Chazal había violado a Aline, lloraste como después de aquellas dos amanecidas en los finishes londinenses.

Aline era la hija, Chazal el marido y padre de Aline.

 

FUENTES: varias y propias.

Caracteres: 5656

 


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